Historia de Corcubión
Corcubión, tierra de sosiego y bravura
Edad Moderna
A partir del siglo XVIII se instalan en Corcubión las fábricas de salazón, con capital de familias nobles y burguesas catalanas, actividad que de consolidó ya en el siglo siguiente. En la ría de Corcubión está documentada su presencia desde 1755.
Para defender la ría de los ataques del exterior se construyó en el siglo XVIII el Castillo del Cardenal en Corcubión. Esta fortificación formaba pareja con el Castillo del Príncipe, situado en Ameixenda (Cee), al otro lado de la ría. Mediante fuego cruzado permitían la defensa de la ensenada de Corcubión. Una leyenda local habla de una cadena que uniría ambas fortificaciones y, al ser tensada, impediría el paso de las naves enemigas.
Un hecho histórico que dejó marca en Corcubión fue la Guerra de la Independencia. El puerto de Corcubión, de gran seguridad y abrigo natural, fue totalmente destruido por las tropas napoleónicas durante su estancia en la zona, además de por sus aliados británicos, que también lo sometieron a un brutal bombardeo con la intención de expulsar a las tropas francesas de la zona. Por este motivo el puerto quedó inservible durante muchos años.
Las fechas del 13 y 21 de abril de 1809 no podrán borrarse de la memoria de los vecinos de Corcubión y Cee, ya que los franceses arrasaron con todo lo que encontraron a su paso, destruyendo casi todos los edificios, sin contemplaciones con iglesias ni con las personas, dejando una considerable cifra de bajas en la escasa población de la zona. El desánimo se hizo dueño de la población corcubionesa, con una gran frustración e impotencia debido a unos desoladores recuerdos de sangre y dolor.
En la segunda mitad del siglo XIX y principios del XX se produce en Corcubión un auge económico que se muestra en la construcción de varios edificios modernistas. Entre esos edificios destacan la Casa Miñones o el Antiguo Juzgado y las edificaciones burguesas que se encuentran en el paseo de Corcubión, a la entrada del pueblo.