Personajes destacados

Corcubión, tierra de sosiego y bravura

Personajes destacados

Fueron muchas las personas destacadas que nacieron en Corcubión o vinieron a instalarse en nuestro municipio, bien por trabajo y negocios, bien por tener a su familia en el pueblo. El caso es que es difícil dar una relación de todas las personas que de alguna manera contribuyeron al desarrollo y conocimiento del pueblo, pero podemos destacar las figuras de Plácido Castro Rivas, Manuel Miñones Barros, José Miñones Bernárdez, José Carrera, Benigno Lago, Laureano Riestra Figueroa, Maruja Mallo o Ramón Caamaño, entre otros.

Ramón Caamaño Bentín

El fotógrafo Ramón Caamaño Bentín nació en Muxía en 1908. Su afición por la fotografía empieza en 1924, cuando conoce a Ruth Mathilda Anderson, fotógrafa y antropóloga estadounidense que recorrió Galicia trabajando para la Hispanic Society of America.
Con 16 años realiza su primera fotografía. Primero aprendió de forma autodidacta y, después, en 1929, su madre lo envió a Santiago de Compostela a perfeccionar su técnica en el estudio del prestigioso fotórafo Kasado.

También, en 1927, se ve complementada su actividad fotográfica al adquirir un proyector de cine Pathe Baby con el que recorría la comarca exhibiendo películas mudas al aire libre.

En 1937 se casó con Teresa Louro, instalando su residencia y su estudio fotográfico en Cee. En 1938 es movilizado con motivo de la Guerra Civil Española y destinado al frente de Aragón, a donde llevó su cámara West Pocket con la que pudo tomar diferentes fotografías de guerra. Después de la guerra vuelve a Cee y, más tarde, se instala en Corcubión, donde trabaja hasta su jubilación en 1975.

Su vivienda de Corcubión se encuentra en la actual Rúa Perigos. Aunque muchas de sus fotografías son de Muxía y Corcubión, su actividad tuvo en cuenta a toda la comarca y A Costa da Morte. Fue uno de los primeros fotógrafos en retratar el paisaje, los costumbres y los habitantes de Costa da Morte. También está considerado el mejor fotógrafo del ámbito rural de Galicia, no sólo por su técnica sino por el interés histórico, sociológico y antropológico que tienen sus fotografías. Es por eso que todas sus fotografías (más de cincuenta mil) tomadas a partir de 1924 son una muestra gráfica muy importante de nuestro territorio.

Toda la obra de Ramón Caamaño recoge todo lo sucedido en Costa da Morte a lo largo de varias décadas siendo, por lo tanto, un archivo de un grandísimo valor histórico.

Maruja Mallo

Maruja Mallo fue una de las principales artistas de la Generación del 27 española y una muy importante creadora que viajó por todo el mundo relacionándose con los grandes de su época.

Nació en Viveiro (Lugo), el 5 de enero de 1902. Era la cuarta de catorce hermanos y vivió en el seno de una familia acomodada. Su nombre real era Ana María Manuela Isabel Gómez González pero, tanto ella como su hermano (el escultor Cristino Mallo), utilizaron el segundo apellido de su padre: el madrileño Justo Gómez Mallo (funcionario del Cuerpo de Aduanas), casado con María del Pilar González Lorenzo, de ascendencia gallega.

Esta artista tuvo una importante relación con Corcubión. Cuando tenía dos años y medio su familia se trasladó a Tui, pero debido a que su padre tenía que trabajar por distintos puntos del país y para liberar a su madre de la carga de atender a tantos hijos, Maruja Mallo se trasladó a vivir a Corcubión, desde los dos a los once años, con su tío Ramiro González Lorenzo (casado con la corcubionesa Juliana Lastres Carrera) quien trabajaba como vista de Aduanas en el pueblo y vivía en una de las propiedades de Plácido Castro Rivas situada en la actual Plaza de Castelao.

El escritor Emilio Insua asegura que Galicia tuvo una gran influencia en la obra de la artista, aunque con once años se marchara para Avilés y, después, a Madrid. Y precisamente el lugar que más influyó en ella fue Corcubión, pues como afirma Insua “en Corcubión se produce un despertar al paisaje y habla del Monte Pindo o de la playa de Carnota, o de los mercados en la plaza que ahora se llama Plaza de Castelao”. En una entrevista que se le realizó, la artista se refiere a Corcubión con las siguientes palabras: “me asombraba, en mi infancia, lo inesperado, lo que se me representaba a través de unas enormes galerías de cristales, las ferias y mercados que llegaban de la periferia a aquella placita cercana al rosado monte Pindo”. Corcubión y el Océano Atlántico marcan el recuerdo de Maruja Mallo, siendo las verbenas el tema de sus primeras pinturas.

En 1913 se mudó con su familia a Avilés (debido al trabajo de su padre), donde comenzó en el mundo del arte. Ya en 1922 se trasladan a Madrid y allí inicia sus estudios en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando hasta 1926. Fue la época en la que hizo amistad con Dalí, Lorca, Concha Méndez, Buñuel o Alberti, entre otros muchos.

Mujer feminista y transgresora con las convenciones sociales de su tiempo, está considerada una gran referencia de la pintura surrealista a nivel internacional. Fueron muchos los escritores de la época que la convirtieron en una figura emblemática en sus textos.

Laureano Riestra Figueroa

Fundación Riestra

La Fundación Riestra nació gracias al patrimonio que aportó la familia Riestra Figueroa. El primero de los Riestra que llegó a esta zona fue Joaquín Riestra, piloto asturiano, perteneciente a una familia de marinos, burguesa, que llegó a Fisterra después de años navegando y después de casarse en los primeros años del siglo XIX. Su primera mujer fue Josefa Lobelos, con quien tuvo dos hijos y, cuando enviudó, se casó con la hermana de ésta, Benita Lobelos, con quien no tuvo descendencia. Joaquín Riestra falleció en Fisterra el 20 de febrero de 1854.

Sus hijos, Manuel y José, vivían en Corcubión (Manuel fue alcalde de Corcubión entre 1846 y 1849, y también en 1855). José Riestra, el otro hijo, era piloto como su padre. Este se casó con la corcubionesa María Figueroa, con quien tuvo tres hijos: Laureano, Joaquina y Ana Riestra Figueroa.

Laureano Riestra Figueroa trabajó como piloto para una fuerte compañía inglesa donde hizo una gran fortuna que se sumó a lo que heredara de sus padres. Laureano residía en Inglaterra y estaba soltero. Cuando enfermó decidió volver a Corcubión a vivir con sus hermanas y su cuñado, Emilio Alonso (casado con Joaquina). Laureano, al igual que su tío Manuel, también fue alcalde de Corcubión entre 1887 y 1890, año en el que falleció con 53 años. Su fortuna se la dejó a sus hermanas con la condición de que se construyese un asilo para los ancianos desamparados.

Pasaron los años después de la muerte de Laureano pero no se cumplía su última voluntad. Lo que hicieron fue comprar la finca de Melgar, vecina con la vivienda familiar, donde construyeron una buena casa, trasladándose a vivir a ella Ana, Joaquina y su marido Emilio. En 1904 fallece Joaquina y, como no tenía descendencia, sus bienes pasaron a su marido con el cometido de que, tras el fallecimiento de su hermana Ana, se uniesen las herencias de las dos hermanas para construir el asilo que Laureano mandara. Fue en 1910 cuando falleció Ana, pasando todo el patrimonio de los Riestra Figueroa a manos de Emilio Alonso.

Emilio Alonso, de profesión médico-forense, se casó en segundas nupcias con Pilar Hermida Orbea. Cuando él falleció, todo el legado de los Riestra Figueroa que estaba en manos de Emilio Alonso pasó a Pilar Hermida, por lo que la creación del ansiado asilo se fue demorando.

Fue en 1925 cuando Pilar Hermida renunció parcialmente a la herencia recibida de su marido Emilio, concretamente a la primera vivienda familiar de los Riestra Figueroa, para construir en ella el asilo de ancianos desamparados, comprometiéndose a entregar 3650 pesetas cada año durante veinte años mientras ella viviese y existiese el asilo. Este llevó el nombre de Emilio Alonso, aunque no entró en funcionamiento hasta 1926.

Es de destacar que en el desarrollo de este asilo no sólo se invirtió parte de la fortuna de los Riestra Figueroa, sino que fueron importantes las aportaciones de Santiago Domínguez y Camila Andrade, ambos vecinos de Corcubión que dejaron parte de su fortuna para el mantenimiento del asilo de ancianos desamparados.

 

Benigno Lago Estévez

Benigno Lago Estévez, conocido como O Peruano, nació en Corcubión en 1897. Emigró a Argentina en 1915, a la ciudad de San Miguel de Tucumán, donde trabajó en una hacienda azucarera que era propiedad de José Abella, otro corcubionés. Dos años más tarde Benigno Lago se marchó para el sur del país, a la ciudad de Río Gallegos, donde montó una agencia de Aduanas.

En 1920 volvió a Corubión para casarse con Constanza Figueroa Carrera, con quien regresó de nuevo a Argentina para continuar su vida y donde nacieron, también, sus tres hijos. Allí compró un barco para dedicarse al transporte de combustible a diferentes puntos situados entre las ciudades de Río Gallegos y Comodoro Rivadavia.

A finales de los años treinta se marchó para Perú, donde hizo una grande fortuna dedicándose a la explotación de minas de mica y a la industria pesquera, llegando a montar una fábrica de conservas para la que acabó creando una importante flota de barcos pesqueros.
Ya a principios de los años cincuenta vendió sus empresas en Perú y regresó con su familia a su pueblo natal con una grande fortuna.

De vuelta en Corcubión continuó con el negocio pesquero e invirtió pate de sus fondos en el pueblo. Gracias a él, Corcubión fue, por ejemplo, uno de los primeros ayuntamientos de la provincia en tener abastecimiento de agua potable. También colaboró en la realización de otras mejoras urbanas. Aunque procedía de una familia acomodada fue siempre un hombre sencillo y solidario con los demás, llegando incluso a ayudar a aquellos vecinos del pueblo que no tenían recursos suficientes para la construcción de sus viviendas.

Falleció en 1976 y ese carácter afable con los demás hizo que sus vecinos no lo olvidaran y, en agradecimiento, financiaron el busto y la placa que se colocaron en su honor en 1981 en el mirador que lleva su nombre.

José Carrera Fábregas

José Carrera nació en Corcubión el 19 de marzo de 1857. En su adolescencia emigró a Argentina como otros muchos de su época. Allá trabajó como dependiente de comercio, pudiendo abrir más adelante su propio negocio.

A base de tiempo y trabajo fue convirtiéndose en un respetado empresario alcanzando así una importante fortuna. Llegó a ser, también, vicepresidente del Banco de Galicia y Buenos Aires, vicepresidente de la compañía de seguros España y Río de la Plata y directivo de diferentes sociedades de beneficencia españolas en Argentina. 

Se casó con Clotilde Salomone Balvidares, con quien no tuvo descendencia. Falleció en Buenos Aires con 61 años el 27 de julio de 1918 debido a un edema pulmonar agudo. En su testamento especificó su deseo de que se construyese una escuela de artes y oficios que llevase el nombre de la Fundación José Carrera, para lo cual dejaba una cantidad de dinero. Aunque por cuestiones legales su mujer anuló el testamento, más adelante la viuda accedió a que se cumpliese el deseo de su marido e hizo una donación para que se construyese esa escuela.

Cinco años después de su muerte, el 27 de julio de 1923, los restos embalsamados de José Carrera llegaron a A Coruña a bordo del vapor Sierra Nevada para ser trasladados a Corcubión en automóvil, en donde fueron recibidos por su sobrino Alejandro Lastres Carrera. Tuvo un gran recibimiento por parte de la población y del gobierno local. A continuación se organizó el entierro, de forma provisional, en el desaparecido cementerio de A Viña, ya que la última voluntad del filántropo era que sus cenizas descansasen en la capilla de la escuela de la Fundación José Carrera. 

El edificio se terminó de construir en 1926, abriendo sus puertas como escuela en 1931. Funcionó como centro educativo hasta los años noventa. En el 2001 se restauró y, posteriormente, pasó a albergar la Casa Consistorial y otras dependencias públicas.

Manuel Miñones Barros

Manuel Miñones Barros fue, junto con Plácido Castro Rivas, otro de los máximos exponentes en el desarrollo económico de Corcubión entre finales del siglo XIX y principios del XX. Al igual que Plácido Castro, Miñones no era natural de Corcubión, sino de Moraime (Muxía).

Este hombre también tuvo varias ocupaciones; contaba con la licencia de la Compañía de Tabacos para vender este artículo en Corcubión; era socio de la compañía de carruajes La lealtad, que hacía la ruta Corcubión – A Coruña; en política era de ideología liberal (frente a la conservadora de Plácido Castro), llegando a ser alcalde de Corcubión entre 1914 y 1920; fue vicecónsul de Alemania y Argentina; era prestamista… Fue, precisamente, esta última actividad la que hizo que el Banco de España le concediese el permiso para abrir una sucursal del Banco de España en Corcubión. Años más tarde, fundó su propia banca: la Banca Miñones.

Tras su muerte en Corcubión en 1926, su hijo José Miñones Bernárdez (Pepe Miñones), nacido en Corcubión en 1900, sigue los pasos de su padre, tanto en la política como en los negocios. Estudió Derecho en la Universidad de Madrid, terminando sus estudios en la de Santiago de Compostela.

Destacó en el campo de los medios de comunicación con la fundación de la Revista Nerio en Corcubión en 1920 o la puesta en marcha en A Coruña de los semanarios Región Gallega y Finis Terrae. También inauguró las empresas Electra Popular Coruñesa SA e Hidroeléctrica La Loma SA.

Siempre destacó en el mundo de la política, sobre todo a partir de la creación del Partido Socialista Agrario en Corcubión. Es de destacar su etapa como diputado nacional como representante del partido radical de Lerroux. También se presentó a las elecciones generales por la Unión Republicana en 1936, siendo fusilado por las fuerzas franquistas en diciembre de ese mismo año en el Campo de la Rata de A Coruña.

Fue una persona muy querida por la mayoría de la población de Corcubión, pues siempre tuvo intención de buscar mejoras para su pueblo natal, motivo por el que se instaló un monolito en su honor enfrente de su casa natal, situada en la actual Plaza de Castelao.

Plácido Castro Rivas

Casa Plácido Castro Rivas Casa Plácido Castro Rivas 2

Aunque nació en Fisterra en 1860, Plácido Castro Rivas casó con la vecina de Corcubión Eufrasia del Río Recamán, por lo que escogieron Corcubión como su lugar de residencia. Su vivienda se localizaba en la céntrica plaza del pueblo, en la actual Plaza de Castelao.

Su figura fue muy importante en el desarrollo económico de Corcubión, pues fue uno  los más grandes exponentes de la época de mayor esplendor económico de Corcubión entre finales del siglo XIX y principios del XX.

Se dedicó a vario negocios: la banca, empresario de minas, exportador de langostas a Francia… Fue también vicecónsul de Inglaterra, Suecia y Noruega. En la política, fue diputado liberal por A Coruña. Pero fueron, sin duda, el almacén situado en Quenxe y los depósitos de carbón flotantes (pontones) que tenía en la ría de Corcubión los que más marcaron su desarrollo empresarial. Por esta última actividad se puede decir que fue una figura de gran relevancia en Corcubión e, incluso, a nivel nacional, ya que gracias a su negocio se situó a la ría de Corcubión en el plano internacional, haciendo que nuestra ría fuese un lugar estratégico para el aprovisionamiento de carbón de los vapores que navegaban por nuestras costas por ser estas lugar de paso obligatorio en las principales rutas de navegación internacional.

En 1900 creó la Compañía de Depósitos de Carbón del Cabo Finisterre. En los mejores años llegó a haber casi cuatrocientos barcos al año repostando carbón en los pontones de Plácido Castro y, para aquella época, era un número bastante elevado de embarcaciones.

Ya a finales de 1916 su sociedad fue vendida a la Compañía General de Carbones de Corcubión, que estuvo operativa en el pueblo hasta 1959, pues por aquellos años ya no había tráfico de carbón.

En 1927 se marchó a vivir a San Sebastián y, después, a Niza. Finalmente, cuando empieza la Segunda Guerra Mundial decide irse a Uruguay, donde fallece en 1945.