Que ver en Corcubión

Corcubión, tierra de sosiego y bravura

Patrimonio Cultural

Las Parrandas de Corcubión

Patrimonio etnológico

Las Parrandas eran una de las tradiciones que tenían lugar en Corcubión durante los meses de junio y julio. Los datos que conocemos de las parrandas los tenemos gracias a las publicaciones de unos artículos que el maestro del pueblo, Don Juan Díaz Fernández, publicó en la Revista Nerio, editada en Corcubión en 1920. En varios artículos (números 2, 3, 5 y 8) explicó en qué consistía esta peculiar tradición.

No se sabe con certeza el origen de esta tradición, pues tras los ataques de las tropas napoleónicas durante la Guerra de Independencia de 1809 se perdieron todos los archivos parroquiales, del Ayuntamiento y de los particulares, ya que el incendio de Corcubión ocasionado por los franceses, como dice Don Juan Díaz Fernández “no dejó en planta más edificio que una sola casa para que atestiguase a las generaciones futuras la ignominiosa perfidia de aquellos defensores de la Libertad, el Derecho y la Justicia”.

Según las publicaciones de este maestro, durante los años de celebración de esta tradición, desde principios de junio y hasta el 25 de julio el pueblo de Corcubión se dividía en dos bandos: Río-Seco y Granada; el primero abarcaba la parte norte del pueblo y el segundo el extremos sur, a partir de un pequeño arroyo que la atraviesa. Al anochecer de los domingos y de otras festividades durante este período, las chicas de cada bando se reunían acompañadas de los chicos que simpatizaban con uno u otro bando y recorrían las calles con panderetas, castañuelas y otros instrumentos, dirigiéndose coplas mutuamente, muchas veces injuriosas.

Pero era durante las festividades de San Juan y San Pedro cuando esta celebración llegaba a lo más fuerte. La víspera de estos días se reunían todos los de cada bando en su respectivo campamento: los de Río-Seco en el Cruceiro del atrio de San Antonio, llamado “Cabo da Vila”; los de Granada en el Cruceiro del Campo del Rollo. Cuando cada bando estaba en su lugar correspondiente, tomaba la presidencia “la reina de la foliada”, que solía ser la que mejor cantaba o se distinguía por su entusiasmo en la preparación del festival. A su lado se sentaban las chicas que formaban su corte de honor, llamadas hadas de la fiesta, vestidas de blanco con franjas de colores y todas llevaban su pandereta muy adornada, mientras que las que se encargaban de bailar llevaban las castañuelas. Los hombres que pertenecían a la marina vestían el traje blanco de la Armada.

Cuando ya estaba todo listo se encendía la hoguera en cada bando y empezaba el baile. A las doce de la noche el bando de Granada levantaba su campamento y salía con sus partidarios a recorrer las calles del pueblo, en dirección al bando de Río-Seco, cantando coplas en gallego antiguo y gritando, entre copla y copla, ¡Viva Granada! y ¡Abajo Rioseco! Cuando iban llegando al terreno enemigo, toda la fiesta de Río-Seco y las canciones del bando de Granada llegaban a su momento más intenso, ya que mientras unos cantaban coplas ofensivas, los otros respondían de la misma manera, preparándose todos para echar fuera a sus contrincantes si estos se atreviesen a pasar los límites del Cruceiro.

Después de esto, el bando de Granada se dirigía de nuevo a su campamento. Cuando ya iba por la mitad del camino de vuelta hacia el Campo do Rollo, el barrio de Río-Seco abandonaba su campamento y se dirigía al bando contrario, cantando coplas que solían ser una contestación a las que les cantaran sus contrincantes anteriormente.

Al llegar al campamento de Granada ocurría lo mismo que en el campamento de Río-Seco: este bando seguía el mismo recorrido alrededor del Cruceiro del Campo do Rollo, pues si se llegase a pasar el límite entre el cruceiro y la hoguera podría tener lugar una lucha entre ambos bandos, que otros años habían ensangrentado las calles de Corcubión.

Para evitar posibles enfrentamientos solía ir el alcalde con los municipales y con toda la fuerza del puesto de la Guardia Civil, encabezando al primero de los dos bandos que solía recorrer el camino, dejando quedar una pareja al pasar por Río-Seco, y siguiendo con el resto hasta el punto de salida, donde al poco tiempo de haber sido visitados por el bando contrario era disuelto por la autoridad.

Aun así, a pesar de todas las precauciones, en uno de los años tuvo lugar una reyerta entre dos bandos que causó algún muerto y otras víctimas, entre las que estaban un Guardia Civil que perdió una pierna y varios vecinos que fueron presos.

Los días de San Juan y de San Pedro se repetían los mismos recorridos. En la tarde de esta última festividad iban los dos bandos a San Roque, donde se celebraba (y se celebra) la fiesta de San Pedro de Redonda. Cada bando iba por un camino diferente y también en horas distintas, haciendo sus foliadas, y después de bailar toda la tarde, cada bando en su propia demarcación, iniciaba el regreso al pueblo el bando de Granada. Quince minutos más tarde hacía lo mismo el bando de Río-Seco, pasando por el campamento base del bando enemigo. Después de algún descanso, la fiesta continuaba en los cruceiros de ambos bandos hasta las once de la noche, momento en el que hacían el mismo recorrido desde un campamento a otro. Hay que decir que la música del día de San Pedro era más alegre que la de San Juan.

Después del día de San Pedro la agitación frenaba hasta el 25 de julio, día en el que ambas parrandas embarcaban para cruzar la ría y dirigirse a la parroquia de Ameixenda (Cee), donde se celebraban las fiestas de su patrón, Santiago. Después de pasar allí la tarde bailando y cantando con rivalidad, cuando caía el sol ambos bandos dejaban de lado sus antagonismos y se abrazaban, regresando a su pueblo cantando coplas alegres que duraban hasta bien entrada la noche.

En estos artículos publicados por el maestro Díaz Fernández en la Revista Nerio, este asegura no saber a ciencia cierta el origen de esta tradición. Es probable que sea una tradición medieval de cuando había dos casas nobles que ejercían su señorío en esta comarca y que, debido a sus rivalidades y luchas políticas, tenían también al pueblo dividido en dos bandos. Probablemente, estos dos señores serían, por un lado, el Arcediano de Trastámara, señor de Río-Seco, que ejercía su dominio en la parte norte de Corcubión, Cee y otros pueblos y, por otra parte, su contrincante el Conde de Altamira y Granada, que dominaba en la parte sur de Corcubión y en las parroquias de Sardiñeiro, Duio y Fisterra y en otras muchas del Partido Judicial y de fuera.

En estas publicaciones, el maestro también comenta que se suponía que la rivalidad entre ambos señores debía tener su origen en las luchas que hubo en el siglo XIV entre D. Pedro I, el Cruel, y D. Enrique II de Trastámara, por ser cada uno de un partido distinto. De esto dan cuenta las diferentes coplas que se cantaban y que hacían referencia a estos sucesos. Cuenta la tradición que fue el matrimonio de dos ramas de ambas familias las que trajo la paz entre ellas y sus partidarios.