Historia de Corcubión

Corcubión, tierra de sosiego y bravura

Orígenes de Corcubión

Apenas existe información sobre tiempos tan lejanos, pero casi se puede afirmar con seguridad que el hombre cuaternario vivió en Galicia en las épocas glaciares e interglaciares. Del período entre el Paleolítico y el Mesolítico quedaron restos de industrias líticas y de poblamientos que parecen más intensos en zonas costeras.

Ya en la Edad de Bronce empieza a desarrollarse lo que se conoce como “Cultura Castreña”, de la que hoy en día tenemos como vestigios los petroglifos, pinturas rupestres sobre rocas graníticas.

Esta Cultura Castreña cobra más importancia avanzada la Edad de Hierro, momento en el que se desarrolla una agricultura caracterizada por el cultivo de cereales e por la recolección de frutos silvestres. También la caza y la ganadería son muy destacadas para la vida de estas comunidades. Por otra parte, la vida comercial empieza a tener gran esplendor, sobre todo en las zonas costeras: es la época de los intercambios atlánticos. De esta época lo más característico son los castros, el lugar donde se reunía y habitaba el hombre castreño.

El castro era un recinto fortificado de forma ovalada o circular amurallada, que normalmente iba precedido de un hoyo y solía estar situado en un sitio alto. En nuestro municipio quedan restos de lo que fue un castro. Este está situado en la zona de Oliveira y se denomina “Castro de Quenxe”. Se localiza en un sitio alto, pero cerca de la zona costera. En este tipo de castros el mar tenía un papel importante, ya que les suponía una ventaja más a la hora de buscar alimento.

Hay teorías que aseguran que el castro de Quenxe, junto con el de Castromiñán y Duio (ambos en el ayuntamiento de Fisterra) forman un semicírculo con el Promontorio Céltico (Cabo Fisterra) y podrían tener como cometido la defensa de la bahía, del vecino Monte Pindo (donde se situaba el Olimpo Céltico) y del mismo Promontorio (donde se levantaba el Ara Solis, altar dedicado al dios Sol). Estos dos últimos lugares eran sagrados para los celtas y romanos. También quedan referencias en la toponimia local que harían referencia a la existencia de otro castro que estaría situado en las proximidades del Cabo da Nasa; sería también un castro costero desde donde se dominaba todo el “arco” de Fisterra.