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El Camino de Santiago a Fisterra-Muxía

Camiño de Santiago

Hoy en día existen multitud de Caminos que nos llevan hasta Santiago de Compostela. Aunque los primeros peregrinos del siglo X recorrieron lo que hoy se conoce como Camino del Norte, existen otros Caminos que tienen como meta la tumba del Apóstol Santiago. En Galicia, os Caminos a través de los que podemos llegar a Santiago son: el Camino Francés, el Camino Primitivo, el Camino del Norte, el Camino Inglés, la Vía de la Plata o Camino del Sudeste, el Camino Portugués, el Camino Portugués de la Costa, el Camino de Invierno y la Ruta del Mar de Arousa y Río Ulla. Además de estos, contamos con el Camino de Fisterra y Muxía, único tramo que no termina en Santiago, sino todo lo contrario. En este caso el origen es Compostela y la meta son los santuarios del Santo Cristo de Fisterra y de A Virxe da Barca en Muxía. El motivo de la existencia de este Camino se debe buscar en las raíces precristianas que consideraban que esta ruta conducía hasta el extremo occidental del mundo conocido, al lugar donde el sol desaparecía, de ahí que A Costa da Morte reciba, precisamente, ese nombre, por ser la costa de la muerte del sol, o por ser donde terminaba, donde “moría” la tierra conocida.

Es de mencionar que, por lo menos dese la Alta edad Media, el finis terrae aparece en la tradición jacobea. La demostración la tenemos en el Códice Calixtino (s. XII), que lo incluye entre los lugares del traslado a Galicia del cuerpo del Apóstol. Esto motivará la construcción del santuario del Santo Cristo de Fisterra. Lo mismo ocurrió con el Santuario da Virxe da Barca, en Muxía, considerando este lugar como el más extremo al que llegó el Apóstol predicando, motivo por el que se le apareció la Virgen María en una barca de piedra para darle ánimos en su predicación. Estos hechos hicieron que ambos santuarios se convirtiesen en lugar de peregrinación después de visitar la tumba del Apóstol en Santiago de Compostela.

Fue muy grande el número de peregrinos y viajeros europeos que llegaban a Fisterra y Muxía desde Santiago, lo cual mostró la fuerte tradición mística y mágica del lugar. Este atractivo sigue vivo hoy en día, pues el Camino a Fisterra y Muxía es el segundo itinerario jacobeo más concurrido después del Camino Francés pero, aun así, la Iglesia no lo reconoce como Ruta Jacobea porque su meta no está en Santiago, de ahí que no se dispense la Compostela por su realización.