Que ver en Corcubión

Corcubión, tierra de sosiego y bravura

Patrimonio Cultural

Antiguo Hospital de Peregrinos de Corcubión

Camino de Santiago

Prueba de la existencia del Camino desde Santiago hasta Fisterra y Muxía fue el hecho de construir hospitales para atender a los viajeros en este recorrido, lo cual posibilitó su continuidad y demuestra, asimismo, el atractivo que tenía. Existen muchas referencias hechas a este Camino por parte de peregrinos en siglos pasados, como fue el caso de Jorge Grissaphan (caballero magiar del siglo XIV que llegó hasta Fisterra), el peregrino alemán Sebastian Ilsung, que a mediados del siglo XV llegó a Muxía, al igual que lo hizo el bohemio Leo de Rozmithal (1466), el dominico alemán Felix Faber (1480) y el polaco Nikolaus von Popplau (finales del siglo XV). Ya en el siglo XVI, el veneciano Bartolomeo Fontana llegó a Fisterra y, en el XVII, el clérigo boloñés Domenico Laffi también finalizó su viaje en Fisterra.

Por todo esto es lógico que se construyesen hospitales de peregrinos en los lugares por donde pasaba este Camino. En el caso de Corcubión, el hospital de peregrinos se situaba en la actual vivienda con el número 16 de la Avenida da Mariña, que es, además, de las viviendas más antiguas que se conservan en Corcubión. Está documentado que en 1431 los señores de la Jurisdicción de Corcubion, don Rodrigo de Moscoso y doña Juana de Castro, fundaron un hospital donde hoy se sitúa esta vivienda para acoger a los peregrinos que pasaban por Corcubión para visitar al Santísimo Cristo de Fisterra y a Nosa Señora da Barca. Los Condes le asignaran unas rentas que en aquella época eran suficientes para su mantenimiento.

Ya en los primeros años del siglo XVIII afirmaba don José Isla de la Torre en su Compendio del Estado de Altamira que las rentas de este hospital estaban muy deterioradas, tanto que el gremio de mareantes destinó la quinta de la sardina en varias ocasiones para el sustento de este hospital (la quinta de la sardina era la donación que hacían lo marineros del importe que ganaban por la pesca de la sardina los días del Espíritu Santo, San Pedro y Todos los Santos).

Posteriormente, ya en 1809, durante la guerra contra los franceses los bajos de este edificio se utilizaron como almacén de polvorín. En el ataque que sufrió Corcubión por parte de las tropas napoleónicas el 13 de abril de 1809, día en el que arrasaron y destruyeron el pueblo por completo, esta casa tampoco se salvó de ser incendiada. Lo increíble es que viendo la casa en llamas, algunos marineros del pueblo no dudaron en entrar para intentar evitar que saltase todo por los aires, sacando las vigas de madera ardiendo por las ventanas y consiguiendo, finalmente, evitar que toda la munición que estaba guardada allí dentro explotase y causase una desgracia mayor que la propia situación que ya se estaba viviendo en aquel momento.

Lo más curioso es que los muros originales de esa casa fueron encalados para su mantenimiento y, afortunadamente, llegaron hasta nuestros días.